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mañana el Facebook de cada día, me encontré con la clásica notificación: “Hoy
es el cumpleaños de Carlos Vidales - escribe en su biografía”.
Con un dejo de tristeza, me dispuse a escribir estas líneas en su
memoria; Carlos falleció en Estocolmo el pasado 7 de noviembre. Justo, el día
en que me hallaba en la ciudad de Reconquista presentando mi libro “Días rojos,
verano negro” junto a Roberto Perdía, un ex jefe guerrillero como él.
Poeta, escritor, historiador y periodista colombiano; amigo personal
de Pablo Neruda y Salvador Allende, y ex funcionario de su gobierno; colaboró
con la última guerrilla de Ernesto “Che” Guevara en Bolivia; fue miembro
dirigente del movimiento guerrillero M-19 en su país; se exilió en Suecia desde
1980, por estar en desacuerdo con la política de secuestros de su organización,
tras la ejecución del burócrata sindical José Raquel Mercado.
Lo conocí vía internet demasiado tarde, en agosto de 2014, a través
de mi querida amiga, la periodista cubana Amparo Ballester López, que lo adoraba: fue Carlos
quien le sugirió el nombre “VerbiClara” para su popular blog, uno de los más
visitados de la Isla.
Le había pedido a Amparo que me lo presentara virtualmente, fascinado
por su historia y la de su padre, el
poeta Luis Vidales, que fue el primer secretario general del Partido Comunista
colombiano. Mi intención era escribir una serie de artículos sobre temas
puntuales en los que fue protagonista, como la preparación de la guerrilla del
Che en Bolivia, la amistad con Allende, y sus vivencias como funcionario del gobierno
de la Unidad Popular.
Carlos respondió a mi mensaje con suma cortesía y generosidad,
adelantándome algunos materiales ya publicados sobre su historia, y prometiendo
contarme en detalle aquellas vivencias, y muchas otras más; pero su muerte
tronchó la concreción de ese proyecto.
"Vino que me hiciste mal / y sin embargo te quiero / porque eres el mensajero / del alma de Omar Khayyam". |
De modo que hoy, en su memoria, transcribo algunos párrafos que
tenía en archivo para aquellos artículos que no pudieron ser, y que considero
de sumo interés:
—Sobre el Che - (Email del 17/8/2014):
“Muy brevemente, Horacio: Sobre el Che tengo muy poco que decir.
Participé en algunos de los preparativos de la guerrilla de Salta, y en una de
las redes de apoyo al Che desde Córdoba. Cuando por fin ingresé a territorio
Boliviano, el Che ya estaba en vísperas de su muerte. Quedan en Córdoba algunos
compañeros de aquella época, con buena visión crítica (en mi opinión) y otros
completamente convertidos al culto capitalista (también en mi opinión)”.
—Sobre Allende y la Unidad Popular – (Email 17/8/2014):
“Sobre Allende tengo mucho más que decir. Publiqué en 1974 un libro
sobre el proceso de derrocamiento de la Unidad Popular, “Contrarrevolución y
dictadura en Chile”. Mi libro contiene muchos errores; entre ellos, lo relativo
a la muerte de Allende. Fue escrito en el ardor de la ira y la impaciencia
frente a los golpistas y con la información de que entonces se disponía. Me
equivoqué tamnién en mis pronósticos, porque no imaginaba entonces que el
Partido Socialista iba a caer en los abismos de la traición y la componenda.
Pero también contiene verdades, y por ellas vale”.
(Extraído del artículo “Las
múltiples vidas de 2 Vidales”, publicado en la revista colombiana de cultura
“El malpensante”):
“Estuve en el Palacio de La Moneda hasta las ocho de la mañana. Salí
de allí, antes del cerco de los golpistas, para quemar cinco archivos que tenía
en oficinas distribuidas cerca del Palacio, pues contenían miles y miles de
direcciones y nombres que no debían caer en manos de los asesinos. Luego, junto
con otros compañeros, tuvimos que abrirnos camino a tiros para salir del centro
de la ciudad.”
—Sobre su actuación en el M-19 colombiano, y su exilio en Suecia (de
“El Malpensante”):
“Después del golpe militar en Chile fui repatriado a Colombia –o
expulsado, según se mire– y perdí todo lo que tenía. Los organizadores de la
revista Alternativa me invitaron a participar en ese proyecto y fui
nombrado jefe de redacción. Al mismo tiempo, Jaime Bateman hizo contacto
conmigo y, con su enorme simpatía, amplitud y generosidad, me sedujo y quedé
reclutado como militante del M-19, que estaba preparando por entonces el
operativo de la espada de Bolívar. Trabajé con dos identidades y a veces con
tres: dentro del M-19, como miembro de la dirección nacional y encargado de
tareas de educación y propaganda; en la vida “legal”, como periodista,
historiador y conferencista, y además como miembro de la dirección de Anapo
Socialista”. (...)
“Me fui del M-19 en diciembre de 1979 porque jamás pude aceptar los
secuestros, nunca apoyé el asesinato de José Raquel Mercado y siempre estuve en
desacuerdo con la aventura del Cantón Norte. En suma, se acumularon las
contradicciones y salí del país para no regresar nunca. He mantenido silencio
sobre el funcionamiento interno del M-19 por respeto a tantos compañeros que
entregaron abnegadamente sus esfuerzos, y hasta su vida, en la honrada creencia
de que lo hacían por la construcción de una sociedad justa. No obstante, me
resultó imposible compartir lo que me parecían errores de gran calibre”. (...)
“Brevemente: los secuestros son, en mi opinión, incompatibles con la
conducta revolucionaria porque son un crimen contra la humanidad. Las masacres
de indígenas, lo mismo. Los reclutamientos forzosos de niños, lo mismo.
Mantener “prisioneros de guerra” durante años y décadas, lo mismo. Sembrar los
campos de minas antipersonales es un crimen contra la humanidad. Extorsionar a
la población civil es un crimen contra las normas de la guerra revolucionaria.
Quien hace esas cosas no está actuando como un revolucionario, está actuando
como un bandido, un señor de la guerra. Vengo diciendo esto desde hace más de
veinte años y la respuesta ha sido una montaña de calumnias, injurias y hasta
terrorismo telefónico: durante diez años me han llamado a mi casa, en mitad de
la noche, para decirme que me van a “ejecutar”. ¿Es esta la conducta de quienes
luchan por la construcción de una “sociedad justa”?
—Una mirada retrospectiva sobre sí mismo — (de “El Malpensante”):
“Yo fui un niño feliz hasta los ocho años y muy infeliz entre los
ocho y los quince. Mantengo vivas, por eso, muchas de mis ilusiones, dudas y
vacilaciones no resueltas de la adolescencia. A veces preferiría hablar de otro
asunto: ¿cómo veía el niño Carlos Vidales su futuro como adulto? Me gustaba
pensar que en el año 2000 tendría 61 años, que estaría vivo y que pensaría esto
o aquello, y actuaría de esta o de esta otra manera. Hoy, a los 73 años, me
complace constatar que no me equivoqué en las cosas esenciales. Nunca me vi
como empresario, hombre de negocios, empleador, capitalista, terrateniente,
burgués. Creo que ese niño que fui tenía algunas ideas fundamentales bastante
claras”.
Horacio Ricardo Silva, Salto de las Rosas (San Rafael, Mendoza, Argenina). 25 de febrero de 2015.
Perdona mi Amigo y Compañero Carlos Vidales.(Q.E.P.D.) pero Yo no sabía y Ayer 25 de Febrero dia de Tu Cumpleaños Yo te estaba saludando en el Facebook.Donde me entere que te habías ido al Cielo. Siempre te llevare en mi pensamiento,pués al margen de que eramos Compañeros también eramos muy Amigos. Descansa en Paz mi Amigo y Tu ya cumpliste tu labor en la Vida. Paulino S. Godoy Rivera. Norrköping,Sweden.
ResponderEliminarUna vida fascinante, llena de saber y de compromiso. Nos conocimos en Chile en 1972, hablábamos de la vida y del mundo, de la política y de las urgencias de los más desposeídos. Nos volvimos a ver en Argentina en 2014, poco antes de su muerte, volvió allí y recorrió varias provincias a ver sus antiguos camaradas, casi como despidiéndose, tal vez sabía que nos dejaría y no podía hacerlo sin darnos unas últimas palabras. Hoy lo sigo llevando en mis pensamientos. Un gran hombre, un gran luchador, un camarada de verdad.
ResponderEliminarDaniel Tillería Pérez.