Por Horacio Ricardo Silva, 3-jul-2012.
Ocurrió en el mes de junio, justo al comienzo del
invierno austral; cuando el Cono Sur se vio conmocionado por tres hechos
simultáneos, sin aparente conexión entre sí, pero que hicieron poner en remojo las
crecidas barbas de tres democracias americanas: las de Argentina, Bolivia y
Paraguay. A continuación, una síntesis de los hechos.
Bolivia,
día 22: Por momentos el Palacio
Quemado, casa de gobierno del país andino, pareció revivir los oscuros días de
julio de 1980, cuando las fuerzas armadas al mando del general Luis García
Meza, derrocaron a la presidenta Lidia Gueiler. Pero no; esta vez, el gobierno
del presidente Evo Morales sólo debió soportar la arremetida del cuerpo de
policía, insubordinado ante la sanción de la Ley 101 del Régimen Disciplinario,
que disponía el juzgamiento civil por el Poder Judicial de los efectivos que
cometieran violaciones al reglamento y hacia los derechos humanos. Tras una semana
de manifestaciones armadas en distintos puntos del país, el gobierno cedió a
las exigencias de los uniformados, concediendo un aumento de sueldos y la
suspensión de la mencionada ley, entre otras exigencias.
Paraguay,
día 22: Tras conocerse la matanza
de Curuguaty —una ocupación de hacienda por parte de campesinos sin tierra, reprimida
por la policía— el Parlamento destituyó al presidente Fernando Lugo, acusándolo
de “incumplimiento de deberes”. El procedimiento fue fulminante y letal, como
la mordedura de una víbora de cascabel: se le abrió juicio político sumarísimo,
sin darle tiempo siquiera a preparar su defensa legal.
Su principal acusador, el Partido Colorado
—organización que nuclea a la poderosa oligarquía terrateniente local, y que
gobernara con férrea mano los destinos del país durante 60 años— reveló los
verdaderos móviles del golpe palaciego, a través de un importante referente, el
hacendado ganadero y tabacalero Horacio Cartes.
Cartes, entrevistado por el diario “Clarín” de
Argentina (27/6), afirmó que Lugo fue derrocado “por su moral” y “sus mentiras”,
en alusión a su condición de sacerdote
de la Iglesia Católica, y a las demandas de paternidad por hijos no reconocidos
ante el Registro Civil. Pero además le acusó de promover “invasiones violentas”
a las haciendas, cargo de dudosa veracidad, habida cuenta de la política
agraria llevada por el ex mandatario, no favorable a la ocupación de facto de las
tierras.
Por su parte, Lugo sostiene que su destitución
obedece a su negativa de repartir cargos públicos rentados entre los diferentes
partidos políticos paraguayos representados en el Parlamento.
Argentina,
día 27: Con un acto en la Plaza
de Mayo, frente a la casa de gobierno, el gremio de los camioneros —encabezado
por el titular de la Confederación General del Trabajo (CGT) Hugo Moyano— dio
por finalizada una huelga que dejó al país desabastecido de combustibles. El
reclamo de la entidad sindical consistía en elevar el mínimo imponible para la
aplicación del impuesto a las ganancias, que se aplica sobre los salarios
superiores a 5.782 pesos mensuales (unos 1.285 dólares) para los trabajadores
solteros, y de 7.998 pesos (1.777 dólares) para los casados con dos hijos. El
monto descontado mensual puede llegar hasta casi un 20% del total del salario.
Este impuesto afecta al 19% de los trabajadores
argentinos registrados legalmente (en la jerga popular, “en blanco”), tasa que
se reduce al 8% si se toma en cuenta también a los trabajadores no registrados
(los llamados “en negro”).
El actual enfrentamiento entre el gremio de Hugo
Moyano y el gobierno de la presidenta Cristina Fernández, obedecería en parte a
un desacuerdo respecto a los puestos políticos brindados a la CGT, que reclama
mayor protagonismo en las esferas del poder. Dentro de ese marco, el paro de
los camioneros conformaría una suerte de advertencia a la Presidenta, una
demostración de fuerzas destinada a lograr la mayor participación sindical
exigida, un retorno a la época en que la CGT era considerada “la columna
vertebral del Movimiento”, según los cánones del antiguo folklore peronista.
No obstante la huelga, el Gobierno argentino
desestimó satisfacer el reclamo sindical, “al menos por este año”. La pulseada,
por lo tanto, continuará.
Epílogo: Resulta llamativa la simultaneidad con que ocurrieron
los tres hechos reseñados en la presente nota, y que apuntan contra la
estabilidad de las democracias establecidas en el Cono Sur, aún con serias
debilidades y falencias. Es de notar también que el nivel de conflicto estuvo
proporcionado con la mayor o menor solidez de los gobiernos: el más débil, el
paraguayo, cayó; el boliviano, intermedio, debió ceder ante la fuerza de un
motín armado; y el argentino, mejor posicionado, soportó la embestida sin acceder
a la demanda.
Es necesario reconocer la importante deuda social
que mantienen los gobiernos de la región con los más desposeídos, los
desheredados de la tierra; y también las vacilaciones y debilidades demostradas
por los primeros, para satisfacer esa deuda.
Pero acaso no sea menos necesario repensar el
significado de la existencia de estos mismos gobiernos, con sus luces y sus sombras,
y el contraste con las calamidades que han regido los destinos de estas naciones,
en tiempos no tan lejanos.
Y con más motivo aún, si se le puede dar algún
crédito al conocido analista político estadounidense
James Petras, quien sostiene que el golpe palaciego contra Lugo “es parte de un
esfuerzo de los Estados Unidos de recuperar influencia, junto a sus socios
oligárquicos en América Latina".
Petras, desde su posición de observador, recomienda no caer en los
extremos de generalizar a las democracias del área como “gobiernos
progresistas” propiamente dichos; no obstante esta salvedad, le concede una gran
importancia a la actitud asumida por Venezuela y Argentina, frente a la caída
de Lugo: “Es una gran revelación que los gobernantes de América Latina se
preocupen, pues un golpe de este estilo se puede repetir en otros países. Es
una gran preocupación, ya que una vez que empiezan estos golpes, se puede dar
un efecto dominó”.
Una frase para reflexionar; acaso, para que los árboles no impidan
ver el bosque. O quizá para que, en un futuro, el mate amargo sea el ayuno
obligatorio de los buitres norteños, demasiado acostumbrados a alimentarse con la
carroña del golpismo sudamericano.
Muy bueno tu comentario. Creo que debemos estar atentos porque es evidente que hay una embestida de la derecha, que ve con malos ojos las políticas de inclusión de estos países. Y pretenden que volvamos a las políticas neo-liberales que tanto mal hicieron a nuestro país, dejando un alto porcentaje de desocupados, una gran deuda externa y un gran grupo de excluídos.Ana Lía
ResponderEliminarGracias Ana Lía, coincido con vos.
EliminarPermiso para difundir. Muchas gracias.
ResponderEliminarClaudia
Naturalmente, Claudia; gracias a vos.
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