Mi cabaña alejada.
Mi arroyo fresco y cristalino.
Mi mecedora y mi pipa.
Tu sonrisa y los niños
en el huerto.
Y vos mirándome
(o mirándote)
indisolublemente atrapada en mí
como la realización de un sueño
que nunca tuve.
Horacio Ricardo Silva, circa 1976.
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