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viernes, 12 de octubre de 2012

Las guardias blancas


Por Horacio Ricardo Silva (*), 11-10-2012

(A raíz del alevoso asesinato de Miguel Galván, campesino del MOCASE-VC santiagueño)


Parecen cosa del pasado, pero nada hay más actual, en Argentina —y en todo el mundo—, que la existencia real de las Guardias Blancas.
Este nombre, que infundía terror en las primeras décadas del siglo XX, comenzó a difundirse en tiempos de la Revolución Rusa de 1917, para referirse a las bandas armadas de civiles y militares, que actuaban de manera semiclandestina, asesinando obreros revolucionarios, hebreos, y cualquier otra persona que les fuera fijada como objetivo.
En Argentina, comenzaron a actuar en la represión del Centenario (1910), pero de manera inorgánica. Recién con los sucesos de la Semana Trágica de 1919 conformarán una organización paramilitar con status legal, al fundarse la Liga Patriótica Argentina, del doctor Manuel Carlés.

Bs. As., enero de 1919: Guardias Blancas en misión de patrullaje . Nótese la subordinación del personal policial que la acompaña, viajando de pie en los estribos del vehículo (Caras y Caretas Nº 1059, 18-1-1919)

Cosa similar ocurría al mismo tiempo en Alemania, con la creación de los Freikorps, que tuvieron el dudoso privilegio de masacrar sin piedad a los referentes de la Liga Espartaquista,  Karl Liebcknecht y Rosa Luxemburgo.
En los turbulentos años setenta, la funesta tarea fue retomada por la siniestra Alianza Anticomunista Argentina o Triple A, organizada por el ex ministro José López Rega con el consentimiento del entonces presidente Juan Domingo Perón; sus crímenes fueron certeros e implacables, como la masacre de Ezeiza (1973) o los asesinatos del diputado Rodolfo Ortega Peña y el sacerdote tercermundista Carlos Mugica. Y, en mérito a ello, se les permitió formar parte de los Grupos de Tareas constituidos por la dictadura militar que asoló estas tierras entre 1976 y 1983.

Guardias Blancas en el palco. Ezeiza, 20-6-1973.
Hoy, aquellas bandas armadas siguen existiendo en Argentina. Fueron Guardias Blancas del gremio ferroviario las que ultimaron al joven Mariano Ferreyra en Barracas; o vinculadas a las fuerzas armadas, como las que hicieron desaparecer hace seis años al testigo Jorge Julio López, por sólo citar sólo unos pocos ejemplos.
Pero las Guardias Blancas no tienen solamente objetivos políticos; también son simples matones a sueldo de terratenientes y empresarios, necesarios para la “feliz” marcha de sus negocios. Asesinos armados con fusiles y carabinas, contratados para asegurarle al patrón la sumisión incondicional de los pobres y los desheredados de la tierra.
Un triste ejemplo de ello, y de existencia de la esclavitud en la Argentina actual, se vio en diciembre de 2011, al revelarse la existencia de 95 esclavos en un campo de arándanos de San Andrés de Giles, sometidos a trabajos forzados por la firma exportadora “Baldones S.A.” (“Baldones”; vaya nombre apropiado).
Estos esclavos modernos eran obligados a trabajar y custodiados por cinco guardias blancas; en el operativo policial se secuestraron “tres pistolas, dos escopetas, dos fusiles, dos carabinas y municiones para todas estas armas”. (Página 12, 2-12-2011).[1]
Según denunció ayer el MOCASE-VC, Paulino Riso, el sicario que literalmente degolló —de una puñalada en la yugular— al joven Galván, cumplía órdenes de la empresa LA PAZ S.A. (“La Paz”; vaya nombre inapropiado).
El objetivo empresario era, siempre según esta denuncia, desbrozar la “mala hierba” humana que se oponía al alambrado de un sector de tierras pertenecientes a las comunidades indígenas Lule Vilela.
Pero este crimen no es nuevo en la zona. Ya en noviembre de 2011 había sido ultimado a balazos otro joven campesino, Cristian Ferreyra, al resistir un desalojo en el campo donde pasó toda su vida.

La revista Barcelona editorializa, en sorna, el trasfondo de los asesinatos de las Guardias Blancas santiagueñas
De nada valieron las denuncias sobre intimidación y amenazas de muerte efectuadas previamente por los campesinos; la muerte de Galván era —parafraseando a Gabriel García Márquez— una muerte anunciada.
Pero las autoridades encargadas de implementar justicia, de sensibles oídos a las hora de escuchar las quejas de los empresarios, no pudieron oír al campesinado pobre. Y acaso no haya sido de ellas toda la culpa: si es sabido que los pobres no tienen voz, ¿por qué tendrían entonces ellos que haberlos escuchado?
En tanto, las Guardias Blancas continúan su macabra labor. Ya, cuando la noticia sea vieja, Riso volverá con los suyos; ya se sabe cómo terminan estos expedientes.
Es que sus patrones son gente muy poderosa; no es una sola empresa, no un solo propietario. También tienen sus Guardias Blancas “empresarios como Enrique Pagola, Lopresti del Quebrachal, Safir Saa, Carlos Cejas, Raúl Micoli y otros”, siempre según el MOCASE-VC.
Así está hoy la situación en los montes argentinos. La histórica disputa entre el capital y el trabajo, sigue demandando sangre campesina para regar la tierra.
Las Guardias Blancas no necesitan de la solidaridad popular; les basta con la protección de sus patrones, y sus influencias en ámbitos del Poder.
Pero los desheredados santiagueños sólo pueden contar con el apoyo que pueda brindarles el resto de la comunidad; al menos, de aquellos que todavía sean capaces de “temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia”, como dijera un Hombre, asesinado también —como Galván— por los sicarios del capital, hace 45 años, un infausto 9 de octubre de 1967.
Los teléfonos y sitios web de solidaridad se copian a continuación. Es de esperar que, esta vez, no se los deje solos.

Celulares:
Adolfo:       0385-15-518-7809
Ángel:         03844-15-515-850
Cariló:         011-15-5881-1088
Deo:            03844-15-408-668

Sitios webs:
— Movimiento Campesino de Santiago del Estero – Vía Campesina (MOCASE-VC:)

— (Email) MOCASE-VC: mocase.vc@gmail.com

— (Facebook) MOCASE-VC:

— Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC):

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(*) Horacio Ricardo Silva (Bs. As., 1959) es escritor, historiador y periodista. Ha publicado artículos en las revistas Todo es Historia, Caras y Caretas y en el periódico de las Madres de Plaza de Mayo. En 2008 ganó la beca Ezequiel Martínez Estrada, otorgada por la Biblioteca Nacional, que destinó a la investigación que dio lugar a su libro "Días rojos, verano negro", una crónica de la Semana Trágica de 1919. (Anarres, Bs. As., 2011). En la actualidad publica sus artículos en la Red Martianos (República de Cuba), en la organización italiana FILEF, y en su propio blog, mangrullodeltiempo.blogspot.com.ar





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