Páginas

miércoles, 25 de febrero de 2015

LA FASCINANTE VIDA DE CARLOS VIDALES (25-2-1939 / 7-11-2014)



 
Carlos Vidales - su última foto de perfil en Facebook.


A
l abrir esta mañana el Facebook de cada día, me encontré con la clásica notificación: “Hoy es el cumpleaños de Carlos Vidales - escribe en su biografía”.
Con un dejo de tristeza, me dispuse a escribir estas líneas en su memoria; Carlos falleció en Estocolmo el pasado 7 de noviembre. Justo, el día en que me hallaba en la ciudad de Reconquista presentando mi libro “Días rojos, verano negro” junto a Roberto Perdía, un ex jefe guerrillero como él.
Poeta, escritor, historiador y periodista colombiano; amigo personal de Pablo Neruda y Salvador Allende, y ex funcionario de su gobierno; colaboró con la última guerrilla de Ernesto “Che” Guevara en Bolivia; fue miembro dirigente del movimiento guerrillero M-19 en su país; se exilió en Suecia desde 1980, por estar en desacuerdo con la política de secuestros de su organización, tras la ejecución del burócrata sindical José Raquel Mercado.
Lo conocí vía internet demasiado tarde, en agosto de 2014, a través de mi querida amiga, la periodista cubana Amparo Ballester López, que lo adoraba: fue Carlos quien le sugirió el nombre “VerbiClara” para su popular blog, uno de los más visitados de la Isla.
Le había pedido a Amparo que me lo presentara virtualmente, fascinado por  su historia y la de su padre, el poeta Luis Vidales, que fue el primer secretario general del Partido Comunista colombiano. Mi intención era escribir una serie de artículos sobre temas puntuales en los que fue protagonista, como la preparación de la guerrilla del Che en Bolivia, la amistad con Allende, y sus vivencias como funcionario del gobierno de la Unidad Popular.
Carlos respondió a mi mensaje con suma cortesía y generosidad, adelantándome algunos materiales ya publicados sobre su historia, y prometiendo contarme en detalle aquellas vivencias, y muchas otras más; pero su muerte tronchó la concreción de ese proyecto.
"Vino que me hiciste mal / y sin embargo te quiero / porque eres el mensajero / del alma de Omar Khayyam".
De modo que hoy, en su memoria, transcribo algunos párrafos que tenía en archivo para aquellos artículos que no pudieron ser, y que considero de sumo interés:

—Sobre el Che - (Email del 17/8/2014):

“Muy brevemente, Horacio: Sobre el Che tengo muy poco que decir. Participé en algunos de los preparativos de la guerrilla de Salta, y en una de las redes de apoyo al Che desde Córdoba. Cuando por fin ingresé a territorio Boliviano, el Che ya estaba en vísperas de su muerte. Quedan en Córdoba algunos compañeros de aquella época, con buena visión crítica (en mi opinión) y otros completamente convertidos al culto capitalista (también en mi opinión)”.

—Sobre Allende y la Unidad Popular – (Email 17/8/2014):

“Sobre Allende tengo mucho más que decir. Publiqué en 1974 un libro sobre el proceso de derrocamiento de la Unidad Popular, “Contrarrevolución y dictadura en Chile”. Mi libro contiene muchos errores; entre ellos, lo relativo a la muerte de Allende. Fue escrito en el ardor de la ira y la impaciencia frente a los golpistas y con la información de que entonces se disponía. Me equivoqué tamnién en mis pronósticos, porque no imaginaba entonces que el Partido Socialista iba a caer en los abismos de la traición y la componenda. Pero también contiene verdades, y por ellas vale”.

(Extraído del artículo “Las múltiples vidas de 2 Vidales”, publicado en la revista colombiana de cultura “El malpensante”):

“Estuve en el Palacio de La Moneda hasta las ocho de la mañana. Salí de allí, antes del cerco de los golpistas, para quemar cinco archivos que tenía en oficinas distribuidas cerca del Palacio, pues contenían miles y miles de direcciones y nombres que no debían caer en manos de los asesinos. Luego, junto con otros compañeros, tuvimos que abrirnos camino a tiros para salir del centro de la ciudad.”
 
"Santiago de Chile, 1972. Así era yo cuando trabajaba con Salvador Allende".
—Sobre su actuación en el M-19 colombiano, y su exilio en Suecia (de “El Malpensante”):

“Después del golpe militar en Chile fui repatriado a Colombia –o expulsado, según se mire– y perdí todo lo que tenía. Los organizadores de la revista Alternativa me invitaron a participar en ese proyecto y fui nombrado jefe de redacción. Al mismo tiempo, Jaime Bateman hizo contacto conmigo y, con su enorme simpatía, amplitud y generosidad, me sedujo y quedé reclutado como militante del M-19, que estaba preparando por entonces el operativo de la espada de Bolívar. Trabajé con dos identidades y a veces con tres: dentro del M-19, como miembro de la dirección nacional y encargado de tareas de educación y propaganda; en la vida “legal”, como periodista, historiador y conferencista, y además como miembro de la dirección de Anapo Socialista”. (...)

“Me fui del M-19 en diciembre de 1979 porque jamás pude aceptar los secuestros, nunca apoyé el asesinato de José Raquel Mercado y siempre estuve en desacuerdo con la aventura del Cantón Norte. En suma, se acumularon las contradicciones y salí del país para no regresar nunca. He mantenido silencio sobre el funcionamiento interno del M-19 por respeto a tantos compañeros que entregaron abnegadamente sus esfuerzos, y hasta su vida, en la honrada creencia de que lo hacían por la construcción de una sociedad justa. No obstante, me resultó imposible compartir lo que me parecían errores de gran calibre”. (...)

“Brevemente: los secuestros son, en mi opinión, incompatibles con la conducta revolucionaria porque son un crimen contra la humanidad. Las masacres de indígenas, lo mismo. Los reclutamientos forzosos de niños, lo mismo. Mantener “prisioneros de guerra” durante años y décadas, lo mismo. Sembrar los campos de minas antipersonales es un crimen contra la humanidad. Extorsionar a la población civil es un crimen contra las normas de la guerra revolucionaria. Quien hace esas cosas no está actuando como un revolucionario, está actuando como un bandido, un señor de la guerra. Vengo diciendo esto desde hace más de veinte años y la respuesta ha sido una montaña de calumnias, injurias y hasta terrorismo telefónico: durante diez años me han llamado a mi casa, en mitad de la noche, para decirme que me van a “ejecutar”. ¿Es esta la conducta de quienes luchan por la construcción de una “sociedad justa”? 


—Una mirada retrospectiva sobre sí mismo — (de “El Malpensante”):

“Yo fui un niño feliz hasta los ocho años y muy infeliz entre los ocho y los quince. Mantengo vivas, por eso, muchas de mis ilusiones, dudas y vacilaciones no resueltas de la adolescencia. A veces preferiría hablar de otro asunto: ¿cómo veía el niño Carlos Vidales su futuro como adulto? Me gustaba pensar que en el año 2000 tendría 61 años, que estaría vivo y que pensaría esto o aquello, y actuaría de esta o de esta otra manera. Hoy, a los 73 años, me complace constatar que no me equivoqué en las cosas esenciales. Nunca me vi como empresario, hombre de negocios, empleador, capitalista, terrateniente, burgués. Creo que ese niño que fui tenía algunas ideas fundamentales bastante claras”.


Horacio Ricardo Silva, Salto de las Rosas (San Rafael, Mendoza, Argenina). 25 de febrero de 2015.